para mí, los rompecabezas siempre habían sido una fuente de tranquilidad, no fue el caso este fin de semana. ayer saqué un viejo rompecabezas y empecé a armarlo antes de descubrir que estaba incompleto. y no es que le falten dos o tres piezas, de las 550 que deberían ser faltan alrededor de 70. a pesar de estar tan incompleto decidí continuar.
acabo de (no) terminarlo y siento una enorme insatisfacción... veo no una acuarela bastante cursi de una cocina en la que una industriosa mujer norteamericana hace pies de manzana, sino los intrigantes huecos. y ni siquiera son de una o dos piezas distribuidos uniformemente por toda la superficie, están concentrados mayoritariamente del lado derecho, falta toda la orilla de este lado y hay zonas en las que faltan hasta diez piezas juntas.
no puedo evitar pensar que el hecho es especialmente simbólico. justo ahora que recobro el espacio de introspección que me permite volver a plantearme asuntos pendientes y la conciencia de que hay tanto por hacer, me enfrento a un rompecabezas incompleto. habrá que completarlo, no hay de otra.
1 comentario:
Confieso el gusto que me provoca leerte mi querida felisbertiana, mas allá de la prosa que todo lo abarca, como la quimera al sueño en desvelo, tengo bravura por escribirte, pero sinceramente, un crepúsculo temeroso me atosiga cada que intento escribir algo para tu blog, quizá el juicio del lector me intimida, así que a modo de aperitivo, envió un saludo al tiempo amenazado por verte partir si él no se va, así que espero el tiempo se vaya para tenerte con nosotros. Con el cariño y la admiración de siempre. Yo mero.
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