miércoles, 20 de agosto de 2008

la maestra de prepa habla

sé que me falta parte de la crónica de viaje pero como llegué directamente a dar clases y con la novedad de que ya estoy en la prepa de tiempo completo, no he tenido tiempo ni de respirar. ya terminaré la crónica.

ahora tengo que hacer una pausa para compartir algunas novedades de la primera semana formal de clases del segundo año de existencia de la prepa.
hoy, durante una clase, mis alumnos me dijeron que soy muy negativa porque digo que odio todo. para ver si es cierto decidí agregar a la derecha de este blog una lista de las cosas que odia la maestra de prepa que hay en mí, ya la iré aumentando y ya me dirán si realmente soy tan negativa como dicen mis alumnos.

alguna vez escribí un post quejándome porque iba a entrar a las siete los martes. ahora entro a las siete todos los días y como escribí ayer en mi facebook estoy molida y no creo sobrevivir al semestre. ayer me quedé dormida por primera vez desde que empecé a estudiar (y eso incluye el kinder) a las nueve de la noche.

ya se verá cómo me sienta esto del desmañane cotidiano

martes, 12 de agosto de 2008

carreras en miércoles

El miércoles fue un día simplemente agotador, desde el momento en que me levanté no paré un minuto. Desayuné en el OISE y estuve todo el día en el evento. En algún momento una investigadora de Quebec que coordina el grupo de cooperación internacional me dijo que debería ir al zoológico con los niños el jueves para ver cómo trabajaban. El lunch fue también en el OISE y afortunadamente se cruzó v (la chava venezolana que conocí el martes) por mi camino, estuvimos platicando mucho tiempo y me recomendó leer unos textos para mi trabajo con profesores en la prepa.

Después de las sesiones de la tarde o. me avisó que había una reunión abajo para afinar detalles del contacto con cataluña. Cuando llegué se estaban yendo al college en que se estaban quedando ellos y me dijeron que los acompañara. Al ver la diferencia entre su alojamiento y el nuestro mi indignación alcanzó un punto máximo... Después de verlos trabajar en catalán durante cerca de una hora me comunicaron que habían decidido que cenaríamos juntos los 9 catalanes y los tres mexicanos en el restaurant de la CN Tower.

Yo tenía que comprarme un sombrero para que mi dermatitis y yo sobreviviéramos al zoológico y unas pilas para mi cámara porque las que llevaba amenazaban con terminarse en cualquier momento. Corrí al metro, fui al Eaton Center, me compré el primer sombrero digno que encontré, compré unas pilas y regresé casi corriendo al college de los catalanes para irnos a cenar. Medí mal la distancia, mis fuerzas y el tiempo, cuando llegué al college ya se habían ido todos así que volví a tomar el metro para alcanzarlos. Al salir de Union Station me encontré con un gran río de personas que salían de un juego de baseball y que iban todos en sentido contrario. Para cuando logré llegar al restaurant ya estaban todos propiamente instalados (después me enteré de que poco después de que me fui los catalanes decidieron ir a la torre mucho más temprano para ver el atardecer, así que la vuelta corriendo hasta el college había sido innecesaria pues yo estaba realmente cerca de la torre). La cena estuvo bastante agradable sólo que como fui la última en llegar me habían dejado un lugar bastante gacho al final de la mesa, junto a a y frente a o. Mientras esperábamos el elevador para bajar me pidió m. (una funcionaria del ministerio de educación de Cataluña a la que conozco desde enero y que siempre ha sido un encanto) que le enseñara el sombrero que me había comprado. Me lo puse y un profesor de inglés de una secundaria de barcelona que está bastante mono me tomó una foto para la galería del viaje llamada "postura natural" en la que salíamos todas las profesoras catalanas y yo con poses exageradas.

Salimos del restaurant cerca de la media noche, tomamos un taxi de regreso y yo llegué a bañarme y a dormir.

lunes, 11 de agosto de 2008

otra cita musical antes de volver a la crónica

Sólo sé que no sé nada de tu vida,
sólo me colgué una vez en el pasado.
Presenté mis credenciales a tu risa,
y me clavaste una lanza en el costado.

para no olvidar
los rodríguez

domingo, 10 de agosto de 2008

pausa calamarística

la crónica del viaje la terminaré próximamente,
hoy, desde mi casita, cito las oportunidades

la culpa es un invento muy poco generoso
y el tiempo, tremendo invento sabandija
será que será suficiente con que uno elija
porque si no la buena fortuna pasa de largo

jueves, 7 de agosto de 2008

martes entre chinos y locos

Empezó el evento que me trajo por estas latitudes. Pasé el día entero (incluyendo desayuno y lunch, bastante mediocres por cierto) en el edificio del OISE (Ontario Institute for Studies in Education). Durante la mañana tuve la impresión permanente de que todo pasaba demasiado rápido, apenas empezaba a reflexionar una ponencia y ya estábamos en la siguiente. En particular en la tarde hubo una presentación de tres papers agotadora. Empezó un hongkonés con un acento bastante difícil de entender, después una canadiense y después un chino que si hubiera hablado en mandarín le hubiera entendido lo mismo. Mi inglés es muy bueno, lo reconozco sin pudor, pero en serio no se le entendía absolutamente nada, me dediqué toda la ponencia a tomar fotos de sus slides y ya me sentaré con calma a ver de qué hablo y qué tan relevante es.

A las seis que terminaron las ponencias del día había una fiesta de bienvenida en un pub inglés que está a la vuelta del OISE, con botana y una cerveza gratis. Socialicé lo que pude –eso del small talk no se me ha dado nunca–, ubiqué a la chava venezolana con la que tenía que hablar por encargo del jefe de mi jefe y a las ocho salí a la calle con a y o debajo de una lluvia que no se había quitado desde las seis.

Decidí que era muy temprano para encerrarme así que chequé en internet si seguía abierto el lugar en el que había localizado que vendían vasotermocafeteras pues vine a Toronto con la firme intención de reponer el que se me rompió en la ibero hace unos meses. Vi que estaba abierto hasta las diez y que aparentemente estaba pasando la lluvia así que me puse zapatos cerrados, saqué el paraguas y me lancé a buscar the green beanery y en cuanto salí a la callé empezó a llover muchísimo. Por el camino me interceptó un individuo que sigo preguntándome si estaba loco o simplemente sufrió un trastorno pasajero, lo único que tengo claro es que fue MUY raro. La tienda estaba sumamente cerca del college y por el camino vi que para ese lado de Bloor hay muchas más opciones para cenar que no parecen ser carísimas y no son ni subway, ni pizza por rebanadas.

Llegué a la tienda, localicé lo que buscaba y me senté a tomar un café en lo que bajaba un poco la lluvia. Acababa de pedir mi latte cuando vi que eran casi las nueve pero me lo tomé de cualquier modo. Llegué de regreso como a las once, me bañé, escribí la reseña del domingo y el lunes y me acosté bastante tarde.

martes, 5 de agosto de 2008

turista por un lunes

Me levanté a las nueve con la firme idea de ir al museo. Desayuné acompañada solamente por 62 (/modelo para armar) y cuando regresé a mi cuarto encontré un mensaje en que se me informaba que o y a iban a estar fuera todo el día. Me puse bloqueador y salí a caminar hacia el museo. Entré al Royal Ontario Museum a las once de la mañana, los 22 dólares que costó la entrada me pareció excesivo pero me consolé con el argumento de que otro día recorriendo las calles de Toronto iba a significar más tiendas y más gasto.

Desquité el boleto todo lo que aguantó mi cuerpo. El museo me gustó, colecciones aparentemente disímiles pero con un extraordinario trabajo de museografía. Como el lunes 4 fue día feriado en Canadá (no tengo idea por qué), el museo estaba lleno de familias. Descubrí que hay dos particularmente taquilleras y que estaban llenas de niños asombrados: la de paleontología y la de Egipto: Dinosaurios y momias, estereotípico y encantador. A las cuatro me faltaba piso y medio por recorrer y empezaba a sentir el cansancio. Salí del museo cuatro y media después de recorrer con muy poco detenimiento la zona de China, Corea y Japón y resignándome a no ver siquiera ninguna de las exposiciones y salas del sótano.

Caminé por Bloor buscando donde comer y concluí que entre Chanel y Hermes no habría demasiadas opciones dentro de mi presupuesto (o para ser más exactos el de la uni) así que me resigné a volver a comer en Starbucks. Justo al entrar me acordé que por ser día feriado todo cerraría otra vez a las seis y quería buscar un par de cosas que no había encontrado el domingo. Comí un sándwich frío y salí a un par de tiendas más. Cuando cerraron, decidí aprovechar el resto de la tarde: caminé a Old Town Toronto y, sentada en una banquita afuera de la catedral de St. James caí en la cuenta de tres cosas: había pasado seis horas sin sentarme, llevaba 29 horas sin hablar con nadie –con razón había estado tan platicadora en las últimas dos tiendas– y llevaba dos días en Toronto y no había visto el Lago Ontario. Haciendo un enorme esfuerzo me paré y seguí caminando (ya me pesaban terriblemente los kilómetros de caminata y las horas de pie). Llegué a la orilla del Lago, comprobé que no había escogido su punto más agraciado y regresé hacia el metro más cercano porque o me había dicho en el recado de la mañana que nos viéramos a las nueve para ponernos de acuerdo para el martes.

Descansé un rato y salí de la residencia muerta de hambre pero con la intención de cenar algo sano. Un lugarcito de pastas y ensaladas que había visto más temprano estaba cerrando en ese momento y seguí caminando a pesar de llevar dos horas convencida de que no podía dar un paso más. Me rehusé a entrar a subway y a los changarros de pizza por rebanadas. Quería algo sano y nutritivo, acabé cenando un gran bowl de arroz con verduras y tofu a la plancha en salsa de miso en un restaurant vegetariano, orgánico, de comercio justo, naturista… Misión cumplida, quizá incluso demasiado. Por cierto, aprendí otro dato más de esos inútiles que colecciono: ya no basta con que el vino sea orgánico, ahora hay vino (y seguramente no sólo vino) biodinámico se usa composta homeopática y se toman en cuenta los ciclos lunares y la posición de las estrellas durante su producción… ¿qué sigue?

domingo: primero lo primero

El día empezó con un Brunch en la cafetería del College. Después, salimos juntos a pasear. Tomamos un tranvía hasta Queen Street y caminamos más de una hora hacia Yonge. Cuando me di cuenta que ya podía pronosticar los tacky souvernirs que iban a comprar los otros, concluí que era momento de irme por mi lado, me acercaba al punto de sobredosis.

Conseguí un mapa de Toronto y ubiqué los puntos principales. Empecé mi recorrido por una de las principales atracciones de la ciudad: Eaton Center. Llegué un poco antes de las dos con la clara consigna: “Shop untill you drop” y eso hice hasta que el hambre, el engentamiento y el cansancio me hicieron salir a buscar algo de comer (y, siendo honesta, porque ya estaban cerrando las tiendas). Caminé hacia la universidad y me metí al primer Starbucks que vi y pedí la primera cosa comestible que se me atravesó. Cuando me di cuenta que lo que estaba comiendo tenía huevo capté que era de desayuno pero con el hambre hasta bien me supo.

Regresé caminando hasta el College a descansar un poco y dejar mis compras. Todo el camino lamenté haber dejado mi cámara en la maleta. Volví a salir como a las ocho a la farmacia, caminé otra vez hasta Downtown y regresé por Bloor. Llegando de regreso me di cuenta de que tenía mucha hambre y decidí pararme en cualquier lugar a cenar. Como ya eran más de las diez y domingo no encontré demasiadas opciones, y acabé comprando un paquete en un subway que no tenía ni mesas. Regresé al cuarto y cené en frente de mi computadora… me sentí Elsa en su felizmente acabada época burocrática.

Me dormí cansada y adolorida y con la firme decisión de hacer algo más productivo el lunes.

domingo, 3 de agosto de 2008

sábado de pesadilla

Llegue a la terminal de la 4 Poniente a las 5:45 a.m. El camión al aeropuerto de México se llenó en mis narices y tuvimos que esperar 50 minutos al siguiente.

Llegando a la T2 en el D.F. hicimos el checkin y nos sentamos a desayunar. Pasé las tres horas que faltaban para abordar como mejor pude, en el aeropuerto no hay mucho qué hacer. Abordamos con muy poco tiempo y el avión llegó media hora tardea a Houston en donde empezaron las once horas de pesadilla.

En Houston nos recibió una larguísima cola en migración, las dos horas que teníamos para alcanzar el vuelo a Toronto pasaron y seguíamos formados y yo ya no sabía cómo cargar mi computadora, me dolía todo. Cuando por fin pasé migración corrí, pasé todos los controles de seguridad, hice tres colas más, me quité y me puse los zapatos tres veces y llegué en cochecito de aeropuerto a la puerta del avión a Toronto 45 minutos después de la hora del despegue. Le tuve que explicar a la gringa jetona del mostrador de Continental tres veces que todo ese tiempo estuve haciendo cola y no perdiendo el tiempo… ni al baño había ido. Nos pasó a los tres (o, a y yo) al siguiente vuelo a Toronto que salía dos horas y media después y me dio los pases de abordar. En ese momento caí en la cuenta de que cuando o me dijo que me adelantara no quedamos en dónde nos veríamos. Después de esperarlo como media hora decidí entrar al baño y saliendo le pregunté a la misma amabilísima y encantadora señorita si los otros podían averiguar en qué avión estábamos en otro mostrador y ella me dijo que no, que tenía que buscarlos. Pedí que los vocearan en español avisando el número de puerta en la que salía el avión y salí corriendo a buscar el shuttle para llegar a la terminal adecuada. Cuando llegué ya estaban ahí cómodamente sentados y esperándome porque desde que pasaron migración, alguien de continental con un poco más de iniciativa les dijo que ya les habían asignado ese vuelo. En todo el día había comido un latte y un croissant a las nueve de la mañana y un “sándwich” de pan sospechosamente naranja y pavo de hule en el avión; así que para las seis de la tarde que llegué a la puerta adecuada en el George Bush Intercontinental Airport tenía el azúcar bajísima. Antes de abordar me comí media pizzita de peperoni absolutamente infame. Volamos a Toronto en un jet que parecía de juguete, en cada fila había solo tres asientos EN TOTAL, uno de un lado del pasillo y dos del otro.

Llegamos a Toronto a las 11:30 y al pasar migración el policía que me tocó me vio cara de candidata a ilegal así que me mandó a hacer otra hora de cola para que me interrogaran. Ya estaba tan cansada que casi no tenía voz y hubiera tartamudeado en cualquier idioma así que llegué a temer que el policía que me interrogaba creyera que el tartamudeo fuera porque estaba diciendo mentiras y me deportara en ese momento. Afortunadamente me creyó y pudimos salir del aeropuerto poco antes de la una. Tomamos el camioncito a los hoteles del centro, de ahí tomamos un Taxi y llegamos a New College (la residencia universitaria sesentera y decadente en la que nos estamos quedando) a las dos. Me urgía llegar, me urgía bañarme, me urgía encerrarme y tener un rato de paz. Medio me instalé, me bañé y me dormí.

viernes, 1 de agosto de 2008

búsquedas

Es increíble, a pesar del aparente anonimato,
este blog no podía ser más mío.
Presento una lista (en estricto orden alfabético y sin considerar repeticiones)
de búsquedas en hechas en google durante este año
y que han guiado a la gente a felisbertiana, yo mera:

agotamiento escolar
biografía de gloria gervitz
blog martin romaña
como saber si soy bruja
cosas en desorden
cosas extrañas
cuando toca sabina
felisbertiana
gloria gervitz
la estupidez
llega el fin del mundo
meras cosas
mono blanco matanga
pasillos del recuerdo
pertuberancias
poesía seis cosas en la vida
quiero saber si soy bruja
rompecabezas de diez piezas
se rompió el encanto
soy bruja


-como todavía no estoy de viaje, esto no cuenta en el intento-