miércoles, 27 de febrero de 2008

agripadamente

el inexplicable buen humor cedió su lugar a un día de ofuscamiento familiar originado por la incapacidad de mi papá de aceptar un regalo. El ofuscamiento fue sustituido por una extrema relajación que se convirtió en gripa persistente.

odio la gripa, odio sentirme tan mal cuando realmente no tengo nada grave. generalmente mis gripas son cortas, un día me siento morir y luego no queda más que un moquerío que se reduce poco a poco; ahora no ha sido así. es el quinto día con esta gripa que no cede, que se manifiesta insistentemente en las tardes y que para la hora de dormir es insoportable. tengo tanta gripa que amenacé a mis alumnos de prepa: si no borran los letreros y monitos que han dibujado sobre sus mesas nuevas les voy a bajar dos puntos. tengo tanta gripa que siento que la nariz se me va a caer de lo irritada que está. tengo tanta gripa que no quiero dar clase de seis. tengo tanta gripa que malduermo y no sueño. tengo tanta gripa que ya no me acuerdo de lo que significa respirar con libertad.

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