El día empezó con un Brunch en la cafetería del College. Después, salimos juntos a pasear. Tomamos un tranvía hasta Queen Street y caminamos más de una hora hacia Yonge. Cuando me di cuenta que ya podía pronosticar los tacky souvernirs que iban a comprar los otros, concluí que era momento de irme por mi lado, me acercaba al punto de sobredosis.
Conseguí un mapa de Toronto y ubiqué los puntos principales. Empecé mi recorrido por una de las principales atracciones de la ciudad: Eaton Center. Llegué un poco antes de las dos con la clara consigna: “Shop untill you drop” y eso hice hasta que el hambre, el engentamiento y el cansancio me hicieron salir a buscar algo de comer (y, siendo honesta, porque ya estaban cerrando las tiendas). Caminé hacia la universidad y me metí al primer Starbucks que vi y pedí la primera cosa comestible que se me atravesó. Cuando me di cuenta que lo que estaba comiendo tenía huevo capté que era de desayuno pero con el hambre hasta bien me supo.
Regresé caminando hasta el College a descansar un poco y dejar mis compras. Todo el camino lamenté haber dejado mi cámara en la maleta. Volví a salir como a las ocho a la farmacia, caminé otra vez hasta Downtown y regresé por Bloor. Llegando de regreso me di cuenta de que tenía mucha hambre y decidí pararme en cualquier lugar a cenar. Como ya eran más de las diez y domingo no encontré demasiadas opciones, y acabé comprando un paquete en un subway que no tenía ni mesas. Regresé al cuarto y cené en frente de mi computadora… me sentí Elsa en su felizmente acabada época burocrática.
Me dormí cansada y adolorida y con la firme decisión de hacer algo más productivo el lunes.
1 comentario:
espero que tus compras compulsivas incluyan harto regalo para su servilleta :)
Beso vario.
Publicar un comentario