Lo he dicho muchas veces, el estado de orden o desorden de mis cosas es una excelente señal del estado de orden o desorden de mi interior. No es ningún secreto que mi cuarto no ha estado realmente ordenado en muchos meses (mucho más de doce) y que es un buen reflejo del caos interno que no para desde mi periodo de wedding planner.
El mes pasado, tras mi viaje a San Franciso, me forcé a mí misma a empezar a poner un poco de orden, lo cual en realidad significa mucho más que un poco. Fui a comprar cajas, cajitas, cajotas y un zapatero nuevo y me metí a fondo a arreglar parte de este caos.
Todo iba muy bien hasta las lluvias de hace diez días. El viernes 9 me despertó el sonido de una gotera sobre mi escritorio, rápidamente lo moví, saqué la impresora y puse un bote de basura para evitar que se siguiera mojando el piso. Realmente a las cinco y media de la mañana no hay mucho más que hacer. Cuando me iba, me di cuenta que justo abajo de mi pequeña gotera, en el comedor, estaba cayendo muchísima agua.
Ese día tuve un bonito curso del que prefiero no acordarme y no volví a mi casa hasta las ocho de la noche. Durante la mañana le hablé a mi madre para que revisara que el resto de mi cuarto estuviera bien y la pobre estaba vuelta loca con el desastre del comedor así que no puso demasiada atención. En la noche cuando regresé mi mamá me aseguró que había revisado la repisa de hasta arriba y mis libros estaban secos. No contábamos con que toda el agua que estaba cayendo abajo se estaba filtrando por algún lado, más específicamente por dos de las tres paredes que cargan los entrepaños de uno de mis libreros. Unos cuantos libros estaban muy mojados y muchos libros estaban por lo menos húmedos. Vacié el librero y puse todos los libros en un lugar en que les da bastante sol, quité los entrepaños, moví todo el otro librero y, en resumen, volví a hacer de mi cuarto un gran desorden. Y como es un hecho universalmente conocido, caos genera caos y no he podido volver a poner siquiera un poco de orden.
Esto es una buena metáfora para mi situación interna, mis pequeños intentos por darle orden a mi caos se han visto contrarrestados por una serie de fuerzas externas que me tienen completamente revuelta. Estoy de vacaciones y suelo aprovechar las vacaciones para descansar y ordenar un poco (lo interno y lo externo) pero estoy durmiendo mal y estoy desesperada por hacer cosas (no tengo claro cuáles además del reto). Si no hago nada siento que estoy perdiendo el tiempo y no tengo la suficiente fuerza de voluntad para empezar algo. Quiero salir a la calle y una vez que estoy fuera lo único que quiero hacer es volver a mi cuarto. Tengo claro que es momento de enfrentar realmente el diseño de mi plan B y nada más de pensarlo se me retuerce la tripa y me congelo.
Bonitas vacaciones.