como no quiero caer en clichés simplemente voy a relatar dos episodios del rato que estuve jugando con mis sobrinos D. que tiene cinco años y M. que está a punto de cumplir tres. ya ustedes sacarán sus propias conclusiones moralejas e interpretaciones o no.
primero, estaba D. con su abuelo (mi tío) platicando sobre trucos de magia. El abuelo insistía en que la magia no existe, que todos son trucos que se tienen que hacer con cuidado para engañar al público, que quien los hace se tiene que mover con agilidad y que para poder hacer creer a la gente que está pasando algo distinto es muy importante que quien hace el truco no esté demasiado cerca de quienes lo están viendo. entre los muchos trucos que improvisaba el abuelo para entretener a D. y que luego le explicaba detalladamente, hizo uno en el que simulaba pasar una tarjeta de la memoria con la que habíamos estado jugando de una mano a la otra. D. es un niño extraordinariamente listo que entiende las cosas muy fácilmente pero para sorpresa del abuelo y la mía, se negaba a ver lo que tenía enfrente a pesar de que se lo explicamos tres veces. con brillo en los ojos sostenía que la carta atravesaba la mesa de madera del desayunador para llegar a la otra mano.
después, la abuela decidió adelantarle a M. su regalo de tres años (su cumpleaños es en quince días pero D. y M. viven en querétaro y sus abuelos en veracruz y no estarán juntos en el cumpleaños). M. emocionada y saltando en la silla, sacó de la bolsa algo envuelto en papel de china amarillo. era un pants rosa intenso que, con toda claridad no le hizo demasiada ilusión (sé que a la mayor parte de los niños no les encanta que les regalen ropa aunque siempre hemos habido excepciones). tras pararse muy derechita en lo que la abuela revisaba que fuera de la talla adecuada, alargó la mano hacia la bolsa de regalo y al ver algo más en el fondo, una enorme sonrisa apareció de pronto. Gritó "chicles" y con una emoción increíble dejó a un lado el pants y sacó un paquete de trident splash de menta. mi tía me había anticipado que eso ocurriría pero lo que no estaba esperando es que M. hiciera recordara todas las lecciones que ha recibido sobre la importancia de ser agradecido. en un ataque de claridad M. volteó hacia su abuela y le dijo "me gusta el traje pero también me gustan los chicles, gracias" y con una enorme sonrisa dejó la ropa tirada y se metió el primer chicle del paquete a la boca.
1 comentario:
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