con el objetivo de ahorrarle al nutridísimo grupo de lectores de este blog un susto como el que tuve entre ayer y hoy en la mañana, quiero aprovechar esta reaparición para informarles que es perfectamente posible volverse miope de un día para otro, tal cual. va la historia completa:
como mucho de ustedes saben, estuve toda la semana pasada en toronto en un congreso. el martes, mientras oía la maravillosa plática de carl bereiter, me di cuenta que mi ojo izquierdo estaba como en huelga y se negaba a enfocar. de entrada no me asusté mucho pues ya alguna vez había tenido alguna crisis de pereza ocular que desaparecía al cabo de dos o tres días. traté no pensar demasiado en el tema pero cada vez que me tapaba el ojo derecho o lo cerraba veía que más bien no veía. el lunes que volví al trabajo el ojo empezó a molestar más. no puedo decir que me doliera porque nunca (o casi nunca) llegó a tanto, simplemente lo empecé a sentir. generalmente, sabemos que tenemos ojos y que están ahí y que de ellos vienen la imágenes que vemos pero no los sentimos. pues yo puedo sentir claramente mi ojo izquierdo, por lo menos desde el lunes si no es que desde antes.
ayer en la mañana caí en la cuenta que mi huelga ocular izquierdista cumplía ya una semana y que no parecía tener intención de ceder en algún momento y empecé a inventarme historias. primero, me convencí de que cada vez veía menos y después, se me ocurrió la posibilidad de que el daño fuera no sólo progresivo sino también irreversible. decidí que no quería quedarme ciega, no he escrito nada relevante como para pasar a engrosar la selecta lista de grandes escritores que se han quedado ciegos. creo que mi caso ni para el club bartleby da. me preocupó pensar en la posibilidad de no poder usar Q10 para escribir las entradas de mi blog y ya me veía a mí misma aprendiendo braille.
mientras yo tenía todas estas ideas lúcidas y coherentes, mi papás estaban moviendo cielo, mar y tierra para localizar al ocupadísimo oftalmólogo que atiende a la familia desde hace muchos años. al final no me pudo recibir él pero sí su asistente. la conclusión es lo que ya anuncié desde el principio de este texto: tenía una miopía latente que se manifestó de forma repentina. Y precisamente por lo repentino del caso me di cuenta, y a mi pobre ojo le está costando mucho trabajo adaptarse a la nueva realidad. lo más vergonzoso de la historia es que mi terrible ceguera y la enorme urgencia médica que me hizo salirme de la prepa en horas laborales dejando todo abandonado y pasar muchas horas de paranoia no era más que -1.00 de esférico y -0.50 de cilíndrico.
Sí, soy un poco escandalosa
1 comentario:
Lo más vergonzoso? yo diría lo mejor de la historia. Nadie quería que acabara de otra manera... Por lo que me contó la mama, tu historia no fue tan distinta a la de mi brinco de 1.5 a 3.5 dioptrías. A ver si hoy hablamos, no? Besos!
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