jueves, 10 de diciembre de 2009

Las puertas cerradas

He decidido emprender una campaña por el respeto a la puerta cerrada. No sé si haya sido un caso específico de hoy aunque no lo creo, más bien es que me levanté un poco menos paciente que de costumbre. El punto es que me di cuenta de que en la prepa hay un nulo respeto a las puertas cerradas. Los alumnos y los profesores están acostumbrados a ser atendidos en el momento en que ellos deciden y son incapaces de esperar y de respetar los tiempos y espacios de otros. Entran sin pedir permiso, abren las puertas sin avisar y cuando las encuentran cerradas con seguro, tocan hasta que alguien les hace caso.


Y no es exageración, entre 10 y 10:30, mientras estábamos en una junta de directivos y con un letrero pegado en la puerta que decía


REUNIÓN DE COMITÉ,
NO INTERRUMPIR


diez alumnos distintos (sí, los conté) abrieron la puerta y se asomaron buscando a alguien.


Después, me senté a trabajar mientras en la oficina de junto estaban en otra reunión importante. En media hora detuve a ocho personas que estaban a punto de tocar la puerta para preguntar algo completamente no-importante. Los alumnos se asombraban al saber que el profesor o profesora que buscaban estaba adentro pero que tenían que esperar para que los atendiera:


-Pero si tengo que hablar con él- me decían


A lo que yo les contestaba


-Tienes dos opciones: irte o esperar a que salga, no hay otra.


En serio, si no fuera porque más de uno en la prepa lo tomaría mal pegaría en mi puerta mañana un papel que dijera:


SI MI PUERTA ESTÁ CERRADA
ES PORQUE NO ESTOY O NO TE PUEDO ATENDER
ESPERA O VUELVE MÁS TARDE


Definitivamente, hoy amanecí un poco amargada.

2 comentarios:

Arturo Loría | Velvet Boy dijo...

Definitivamente si veo el "Vuevle más tarde" me voy corriendo, particularmente por el "Vuevle", ahuyenta.

Aggustin dijo...

... Una cosa/idea rapida: Si uno va a dar un cumplido, que en verdad sea un cumplido legitimado, un halago, no un comentario raro e incompleto que en lugar de felicitarte, haga quedar a la persona como una especie de sujeto que solo ve la vida pasar mientras se sienta feliz en un trono a comer papas y beber refrescos